lunes, mayo 01, 2006

En Segovia.



Uno de los recuerdos imborrables que tengo de mi infancia es la del acueducto de Segovia. Con apenas cinco años, visité la ciudad con mis padres durante un caluroso verano. Recuerdo como, desde el mismo lugar desde donde está tomada la foto que podeis ver en este post, mi padre me explicaba cómo y cuando los romanos llegaron a España así como la finalidad de aquella construcción. Recuerdo que, para que me convenciera, me alzó sobre sus hombres y pude acceder a una parte desde donde se podía ver correr el agua.

Este domingo he vuelto a Segovia y he estado en el mismo sitio. El acueducto sigue siendo el mismo pero el entorno es otro. El centro de Segovia se ha convertido en un centro urbano peatonal y el entorno arquitectónico ha sido remozado convenientemente. La ciudad respira cierta vitalidad y los turistas callejean por sus entrañas con alegría.
Al margen del acueducto, y el imprescindible almuerzo a base de cochinillo, visitamos el Alcázar. Dice la leyenda -muy creíble por otro lado- que Walt Disney se inspiró en él para crear el archiconocido castillo Disney. Sea o no cierto, el Alcázar es impresionante. Además de gozar de un buen estado de conservación, los artesonados de los techos han sido restaurados y el resultado -como el de la famosa Sala de Galera cuyo techo se puede ver en la foto- es simplemente increible. Para hacernos una idea, la restauración de sólo este artesonado ha costado alrededor de un millón de euros. Si además pensamos en la maravillosa vista que se puede contemplar desde la torre de Juan II - eso sí, después de una subida de 157 escalones- la visita es más que recomendable.

Finalmente, como ya estábamos cerca y teníamos tiempo, nos dimos un salto al Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, a once kilómetros de Segovia capital. Tal como la recordaba, sigue siendo un lugar delicioso. Un palacio que no parece que tenga que envidiar al que fue tomado como modelo en su construcción, el de Versalles. Los jardines y el espectáculo de las fuentes, lo mejor. Un placer inusual el caminar en esos jardines deliciosos en un ambiente de otro tiempo. Una experiencia recomendable.

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