En la plena canícula veraniega tan propia de esta época, como destino de fin de semana, nos hemos venido a pasar el día a Burgos. La última vez que estuve aquí fue hace unos dos años y pocas cosas, salvo las obras de limpieza de la catedral que han concluído y le han devuelto su color original, ha cambiado en esta ciudad. Un día tranquilo. En pocos días, espero estar en Canarias en climas más agradables. Vivir para ver.
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