viernes, abril 28, 2006

Tecnología y creative commons.

Resulta una realidad evidente que en la sociedad tecnológica y de redes, la información en sentido amplio -desde los meros datos a las creaciones intelectuales o bienes inmateriales- ocupan la posición que en el ámbito no virtual ha ocupado tradicionalmente los bienes materiales. No obstante, con la creación de la propiedad intelectual en sentido amplio (derechos de autor y derechos conexos y propiedad industrial) esta situación cambió hasta llegar a la situación en la que nos encontramos.

Hago esta pequeña introducción porque, si bien es cierto que las redes telemáticas han facilitado la transmisión y publicación de la información, lo cierto es que, hasta hace muy poco, la publicación de la información no estaba al alcance de cualquiera. Quien quisiera publicar información, al contrario de la mera transmisión de información que podía y puede efectuarse a través de aplicaciones de correo electrónico o FTP de muy sencillo uso, debía tener ciertos conocimiento de lenguajes de programación o, cuando menos, la capacidad de manejar software que dista mucho de las capacidades de un usuario medio. Con la creación de los blogs y la llamada blogosfera esta situación cambió, permitiendo a cualquier usuario la publicación en red de cualquier contenido. El impacto de la blogosfera en la sociedad de la información es tratado en un interesante libro, de corte periodístico y sociológico, titulado "La blogosfera hispana: pioneros de la cultura digital" publicado bajo licencia creative commons por la Fundación Auna. Desde aquí podeis descargarlo.

No obstante, el desarrollo de la red ha supuesto muchos más cambios. Estos cambios, así como la incidencia en determinados aspectos de nuestra sociedad, son analizados en otro interesante libro titulado "The wealth of Networks. How social production transforms markets and freedom" y publicado, también, bajo licencia creative commons por la Universidad de Yale. Su autor es Yochai Benkler y puedes descargarlo desde aquí.

Recomendable echarle un vistazo para los interesado en temas de tecnología y sociedad.

domingo, abril 23, 2006

Un libro apasionante.


La verdad es que la historia de algunos países latinoamericanos, a pesar de resultarnos prácticamente desconocida, no por ello deja de resultar interesante cuando no mágica. El caso de Colombia une tanto la magia como el interés. El realismo mágico de la novela latinoamericana -ese pretendido estilo literario que conforma una realidad con elementes mágicos que se narran como elementos reales- nación allí. Y, viendo la historia de Colombia, la verdad es que no podía ser de otra manera. Situaciones reales, como el problema de la violencia, o eventos históricos como la toma de la Corte Suprema en los años ochenta, son eventos que más bien parecen introducidos en la historia por una mano narradora experimentada que los tomó prestados de una ficción cruel. Pero no fue así.

De esta realidad me he acordado en estas últimas semanas al leer un libro que, realmente, me ha impresionado. Se titula "El verdadero Pablo" y es una biografía de Pablo Escobar, el mayor narcotraficante de Colombia y lider del Cartel de Medellín. El libro, escrito y basado en las confesiones de "Popeye" -apodo de Jhon Jairo Velásquez Vásquez- quien fuera uno de los principales lugartenientes de Pablo Escobar, está escrito por la periodista Astrid Legarda. Literariamente, el libro carece de todo interés. La narración, puramente periodística, está escrita en boca de "Popeye"tratando de manterse fiel al estilo del ex lugarteniente. Su lectura nos da una idea del poder que ostentó el Cártel de Medellín en la década de los ochenta y los noventa. La lucha de los carteles para abolir la extradición a los EEUU, la posterior guerra al Estado, las conexiones del narcotráfico con gobiernos latinoamericanos o la conexión de los cárteles con ETA y como miembros de esta organización enseñaron la fabricación de "carros bomba" son sólo algunos de las revelaciones de este libro.

Como testimonio histórico, un libro simplemente apasionante.

sábado, abril 22, 2006

De vuelta a Salamanca


Pues aquí estoy nuevamente en un sala de espera, aguardando el embarque al avión de Spanair que me llevará a Madrid. La verdad es que he pasado apenas cuatro días en Las Palmas -del 15 al 20 de abril- que me han sabido a poco. Como de costumbre, no he podido ver a todos los amigos que quería. No los olvidé, simplemente, no fui capaz de alcanzarlos. En cualquier caso, he podido desconectar un poco del ajetreo diario.

Lo mejor es que he conocido a mi "sobrina" Alicia, hija de Paco y Alicia, unos de mis mejores amigos. Es un bebé sano y hermoso de ojos claros. Su piel es tersa y fina, como si nos quisiera recordar, cada vez que la abrazamos, que tiene toda una vida para que la edad, esa sabida portadora de la memoria, la convierta en una joven bella y vital. A veces la vida nos recuerda que la realidad no es tan terrible y que todavía hay hueco para la esperanza. Quizá sea una prueba más de que la única aventura que merece la pena vivir es aquella que sale del corazón.

Volviendo a este aeropuerto, una de las cosas que llama la atención en España es lo cabrones que son los de AENA. En los aeropuertos españoles donde hay redes wifi como en Barajas -en el aeropuerto de Gando (LPA) no aparece ninguna- conectarse cuesta un ojo de la cara. Para que se hagan una idea, unos 5 Euros treinta minutos. O sea, un robo a mano armada. Y es que los de AENA se pasan siete pueblos. En todos los países medio normales -incluyendo algunos latinoamericanos como el de San José de Costa Rica- las redes wifi son abiertas o, cuando menos, no cuestan estos precios tan absurdos. Como imaginarán, aunque escriba esto ahora, lo publicaré bien desde mi propia red, bien desde una red abierta. Claro, que AENA hace lo mismo con los aparcamientos de los aeropuertos, los más caros de Europa.
En fin, camino a la normalidad.

jueves, abril 13, 2006

Las reglas de Gate.

Hace unos años, en la Universidad de Yale, Bill Gates, el famoso fundador de Microsoft y el hombre más rico del mundo, dió una serie de consejos a los estudiantes de licenciatura. Eran consejos que, aunque duros, había asumido después de muchos años. A estos consejos, en Yale, los han llamado "Las reglas de Bill" y cuando menos, resulta interesante leerlas.



Regla Uno- La vida no es justa, acostúmbrate a ello.

Regla Dos- Al mundo no le importará tu autoestima. El mundo esperará que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.

Regla Tres- No ganarás US $5.000 mensuales justo después de haber salido de la universidad y no serás un vicepresidente hasta que con tu esfuerzo te hayas ganado ambos logros.

Regla Cuatro- Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida.

Regla Cinco- Dedicarse a voltear hamburguesas no te quita dignidad. Tus abuelos tenían una palabra diferente para describirlo: le llamaban oportunidad.

Regla Seis- Si metes la pata, no es culpa de tus padres, así que no lloriquees por tus errores; aprende de ellos.

Regla Siete- Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como son ahora. Ellos empezaron a serlo por pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escucharte hablar acerca de la nueva onda en la que estabas. Así que antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.

Regla Ocho- En la escuela puede haberse eliminado la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real no. En algunas escuelas ya no se pierden años lectivos y te dan las oportunidades que necesites para encontrar la respuesta correcta en tus exámenes y para que tus tareas sean cada vez más fáciles. Eso no tiene ninguna semejanza con la vida real.

Regla Nueve- La vida no se divide en semestres. No tendrás vacaciones de verano largas en lugares lejanos y muy pocos jefes se interesarán en ayudarte a que te encuentres a ti mismo. Todo esto tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.

Regla Diez- La televisión no es la vida diaria. En la vida cotidiana, la gente de verdad tiene que salir del café de la película para irse a trabajar.

Regla Once- Sé amable con los "NERDS" (los más aplicados de tu clase). Existen muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.