lunes, diciembre 06, 2010

Punta del Este



Marbella, Puerto Banús, Costa del Sol, Marsella -antes de que el paseo marítimo se convirtiera en algo recutre-, Mónaco, Punta del Este. Todas músicas con la misma melodía. Antiguos pueblos convertidos en zonas selectas. Los mismos puertos deportivos exclusivos, las mismas tiendas de lujo, los mismos restaurantes elegantes. Todo muy bien cuidado, muy elegante. Playas de arena blanca de clima templado. Nadie en el agua. Si en Canarias el Atlático es frío -aún en verano- no hay que echarle mucha imaginación a cómo será aquí. No obstante, hay diferencias considerables. En Punta del Este hay algunas librerías fantásticas. Oscar Wilde decía: "Lo resisto todo menos la tentación". Esas librerías fueron una tentación irresistibles. Librerías bien surtidas, bien decoradas, no del todo organizadas. Librerías en las que aún los lectores pueden bucear, revolver entre los libros amontonados en algunas esquinas y encontrar títulos interesantes que se creían perdidos. Ayer encontré "Memorias de un amante sarnoso", el último líbro de Groucho Marx que me faltaba. En España lleva descatalogado mucho tiempo y en Uruguay todavía está disponible en una reimpresión del 2009.
Y hay una segunda diferencia: Los precios. En Punta del Este no han incurrido en la locura o, al menos, no lo han hecho aún. Se puede almorzar en un buen restaurante por 20 dólares américanos y las tiendas ofertan ropa y otros productos a precios competitivos. Algo que, para los que nos criamos en zonas turísticas que mataron a la gallina de los huevos de oro, nos parece una gran noticia.

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