Me gustan las series de televisión. Mis amigos lo saben y no es un secreto. Después de más de tres años acabamos de terminar de ver la séptima y última temporada de "El ala oeste de la casa blanca". Estupenda, sentimental, premonitoria.
Hace unas semanas, a su regreso de Medellín, mi buen amigo Carlos Uribe ha tenido la gentileza de traerme la primera temporada -40 capítulos nada menos- de una serie producida por Caracol que ha arrasado en Colombia y Latinoamérica: "El cartel de los sapos". Un "sapo" en el habla colombiana es un "chivato", "un delator". La serie narra la historia de los cárteles colombianos después de la caída de Pablo Escobar. Una de las claves del éxito ha sido que, a pesar de ser una serie de ficción, el espectador que conoce la realidad colombiana puede identificar perfectamente a cada personaje con la persona real.
Hoy veo que El País dedica un artículo a esta serie de televisión. Gracias a mi DivX de menos de treinta Euros -multizonal y magnífico- voy por el capítulo número 20. Realmente increíble.
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