Una vez le preguntaron a José Luis Aranguren, el filósofo exiliado y retornado, si era feliz. Dijo que la pregunta no la entendía porque la felicidad no era un valor absoluto. "A veces estoy contento y otras veces triste. La felicidad va por momentos". Siempre me gustó Aranguren, lo reconozco. Me pareció siempre una de esas mentes lúcidas a las que, muy de cuando en cuando, tenemos la suerte de disfrutar. Murió hace unos años aunque lo mejor de él, como diría Diderot, vive en sus obras. Él es el claro ejemplo de que hay que desconfiar de los genios porque a veces se hacen los muertos, Facundo Cabral dixit. En cualquier caso, la felicidad ha sido siempre un tema clásico. Los utilitaristas del S. XVIII, que fueron los que redactaron la constitución norteamericana, la incluyeron en buena medida como la finalidad última del Estado. Por eso la Constitución norteamericana consagra el valor de la libertad como bien supremo. La libertad como camino hacia la felicidad.
Hace unos años, en una reunión de mineros en un pueblecito de Bolivia llamado Llallagua, una mujer llamada Domitila Chungara, se levantó y preguntó: “¿Cuál es nuestro principal enemigo?, compañeros”. Y hubo muchas respuestas, “la oligarquía, el imperialismo, los banqueros”, le dijeron. Domitila respondió: “No compañeros, nuestro principal enemigo es el miedo y lo tenemos adentro”. No le faltaba razón. El miedo, ese miedo que nos paraliza, es el peor enemigo de la Felicidad. Quizá por eso, los norteamericanos, en esa búsqueda de la felicidad que llaman "sueño americano" son tan dados a asumir riesgos. La ausencia de miedo como símbolo de libertad, como camino hacia la felicidad.
Hace unos días, encontré este texto del siempre peculiar Jodorowsky. Me gustó. A veces la literatura produce momentos de placer que nos aproximan, al menos un poquito, a la felicidad.
FELICIDAD
¿Cómo podría definir en términos positivos la felicidad?
Ese concepto, abstracto hasta la medula, es imposible de ser descrito directamente. Para hacerlo tengo que dar un rodeo por su sombra. Vaya entonces la definición: "Felicidad es estar cada día menos angustiado".
Para lo cual puedo intentar dar algunos consejos sin ser tachado de iluso.
1. Cuando dudes de actuar, siempre entre "hacer" y "no hacer" escoge hacer. Si te equivocas tendrás al menos la experiencia.
2. Escucha más a tu intuición que a tu razón. Las palabras forjan la realidad pero no lo son.
3. Realiza algún sueño infantil. Por ejemplo: si querías jugar y te hicieron adulto antes de tiempo, ahorra unos 500 euros y ve a jugarlos a un casino hasta que los pierdas. Si ganas, sigue jugando. Si sigues ganando, aunque sean millones, sigue hasta que los pierdas. No se trata de ganar sino de jugar sin finalidad.
4. No hay alivio mas grande que comenzar a ser lo que se es. Desde la infancia nos endilgan destinos ajenos. No estamos en el mundo para realizar los sueños de nuestros padres, sino los propios. Si eres cantante y no abogado como tu padre, abandona la carrera de leyes y graba tu disco.
5. Hoy mismo deja de criticar tu cuerpo. Acéptalo tal cual es sin preocuparte de la mirada ajena. No te aman porque eres bella. Eres bella porque te aman.
6. Una vez por semana, enseña gratis a los otros lo poco o mucho que sabes. Lo que les das, te lo das. Lo que no les das, te lo quitas.
7. Busca todos los días en el diario una noticia positiva. Es difícil encontrarla. Pero, en medio de los acontecimientos nefastos, siempre, de manera casi imperceptible, hay una. Que se descubrió una nueva raza de pájaros; que los cometas transportan vida; que un nene cayo desde un quinto piso sin dañarse; que la hija de un presidente intento suicidarse en el océano y fue salvada por un obrero del cual se enamoró y se casaron; que los jóvenes poetas chilenos bombardearon con 300.000 poemas, desde un helicóptero, a La Moneda, donde fue eliminado Allende, etc.
8. Si tus padres abusaron de ti cuando pequeño/a, confrontate calmadamente con ellos, en un lugar neutro que no sea su territorio, desarrollando cuatro aspectos: 'Esto es lo que me hicieron. Esto es lo que yo sentí. Esto es lo que por causa de aquello ahora sufro. Y esta es la reparación que pido'. El perdón sin reparación no sirve.
9. Aunque tengas una familia numerosa, otorgate un territorio personal donde nadie pueda entrar sin tu permiso.
10. Cesa de definirte: concédete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos cuantas veces te sea necesario.
Tu destino es las estrellas; no hagas un nido en la cama; decide quebrar las anclas; desaloja la escalera; no trasquiles, crea lana; abre el ojo que no sueña; pierde la carne y las venas; deja desnuda a tu alma; haz de tu nombre una hoguera; y dile a tu cojo “anda”, y dile a tu avaro “ama”. ¡Corónate de una cresta!
Alejandro Jodorowsky
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