Casi nunca hablo de derecho en este blog. Cuando publico un libro nuevo y poco más. La vida es mucho más que el derecho aunque, en una época de mi vida, llegué a pensar que lo era casi todo. A raíz de mis trabajos en derecho de la competencia, y en publicidad como acto de competencia deseal, me interesé por la publicidad discriminadora y sexista sobre la que, en muy pocos días, saldrá publicado una entrada en el blog de Genero y Derecho de la Universidad de los Andes. Fíjense que dándole vueltas a ello con dos estudiantes, Diana Carolina y María Fernanda, surgió, a raíz de un anuncio claramente sexista que jugaba con la prostitución, el tema de su regulación e incidencia en la sociedad. En ocasiones, había leído literatura sociojurídica sobre el tema; los conocidos como prohibicionistas -quienes abogan porque toda prostitución es un acto de violencia- y los regulacionistas -aquellos que creen que, es algo que hay que regular, para no generar abusos pero que, en ningún caso, las personas que ejercen tal actividad deben ser sancionadas.
La pregunta es qué pasa en Colombia y, muy particularmente, en Bogotá. Y nos pusimos a trabajar y a elaborar un proyecto para responder a varias pregunta: ¿Se debe regular esta actividad en Colombia? ¿Cómo viven y por qué se dedican a esta actividad estas mujeres? ¿Lo hacen libremente? ¿Pueden dejar la actividad cuando quieran?
La idea es dar una visión del estado de la cuestión a través de tres casos reales que, la verdad, no tengo ni idea de cómo vamos a hacer pero que, en cualquier caso, nos den señales para un pequeño análisis sociológico de la cuestión. Junto a ellos, por supuesto, el debate teórico y la necesidad o no de regular esta actividad que, en Colombia, si bien es tolerada, no es legal. Es algo así como un limbo jurídico algo extraño.
Realizado el estudio, sería genial, no sólo publicarlo, sino transmitirlo a las autoridades distritales para que les sirva de ayuda en esta cuestión que, es bien sabido, todas las administraciones tienen sobre la mesa. El reto me parece interesante y desestresante. Parte de mi tiempo no lo dedicaré a los contratos, transmisiones de derechos, hipotecas sobre derechos de autor o acuerdos colusorios en mercados concentrados sino en algo diferente, distinto a lo que nunca he hecho. Otra cosas será como vamos a hacer con el "trabajo de campo". Estoy seguro que algo se nos ocurrirá. Esta también debe ser nuestra función como universidad. Intentar que mejore la vida de quienes se encuentran en situaciones difíciles y hacerlo, sin conocerlo ni comprenderlo, es realmente imposible.
La pregunta es qué pasa en Colombia y, muy particularmente, en Bogotá. Y nos pusimos a trabajar y a elaborar un proyecto para responder a varias pregunta: ¿Se debe regular esta actividad en Colombia? ¿Cómo viven y por qué se dedican a esta actividad estas mujeres? ¿Lo hacen libremente? ¿Pueden dejar la actividad cuando quieran?
La idea es dar una visión del estado de la cuestión a través de tres casos reales que, la verdad, no tengo ni idea de cómo vamos a hacer pero que, en cualquier caso, nos den señales para un pequeño análisis sociológico de la cuestión. Junto a ellos, por supuesto, el debate teórico y la necesidad o no de regular esta actividad que, en Colombia, si bien es tolerada, no es legal. Es algo así como un limbo jurídico algo extraño.
Realizado el estudio, sería genial, no sólo publicarlo, sino transmitirlo a las autoridades distritales para que les sirva de ayuda en esta cuestión que, es bien sabido, todas las administraciones tienen sobre la mesa. El reto me parece interesante y desestresante. Parte de mi tiempo no lo dedicaré a los contratos, transmisiones de derechos, hipotecas sobre derechos de autor o acuerdos colusorios en mercados concentrados sino en algo diferente, distinto a lo que nunca he hecho. Otra cosas será como vamos a hacer con el "trabajo de campo". Estoy seguro que algo se nos ocurrirá. Esta también debe ser nuestra función como universidad. Intentar que mejore la vida de quienes se encuentran en situaciones difíciles y hacerlo, sin conocerlo ni comprenderlo, es realmente imposible.
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