lunes, noviembre 22, 2010

"Figlio mio, lascia questo Paese"

El diario italiano "La Repubblica" ha publicado una carta que ha generado un intenso debate en el país. La misma lleva por título: "Hijo mío, deja este país". No la ha escrito cualquier padre, cualquier ciudadano, en cuyo caso no se hubiera montado el revuelo que se ha producido. La ha escrito Pier Luigi Celli, Rector de la Universidad Luiss Guido Carli di Roma, y una figura intelectual y académica respetada en el país.

La carta es aplicable, en su totalidad, a España. Es una carta que firmaría aplicándola a España de manera inmediata. Si quieren leerla en italiano, pulsen aquí. No obstante, para aquellos quienes la lengua de Dante no sea su fuerte, la adjunto en español recién traducida:

"Hijo mío, deja este país".


Hijo mío, estás por terminar tu etapa universitaria: Lo has hecho estupendamente. No tengo ningún reproche que hacerte. Terminaste en el tiempo debido y con éxito: mucho más de lo que tu madre y yo esperábamos. Por ello, te hablo con amargura, pensando en lo que ahora te espera. Este país, tu país, no es más un lugar en el que puedas quedarte con orgullo.
Puedes imaginar con cuanto sufrimiento te digo estas palabras y con cuanta preocupación, por un futuro que terminará rompiendo la dulce rutina de nuestra convivencia, tal como ha sucedido durante estos largos años. Pero no puedo, honestamente, esconder aquello que he pensado durante tanto tiempo. Te conozco lo suficiente para saber cuán fuerte es tu sentido de la justicia, tu gana de obtener resultados, el sentimiento de tener un trabajo junto a los amigos, ya sea este bueno o menos bueno. Y la idea, que tienes, de que el estudio duro sea el único camino para darte credibilidad y hacerte merecedor del trabajo que encontrarás.

Sin embargo, mira a tu alrededor. Lo que puedes ver es que todo esto tiene menos valor en una sociedad dividida, superficial, tremendamente individualista, dispuesta a malbaratar los mínimos valores de solidaridad y honestidad. Por el contrario, se reconocen los intereses personales, las prebendas discutibles, las carreras feroces hechas sobre méritos inexistentes. Salvo que no sea un mérito la afiliación política, de clan, familiar: Poco hace la diferencia.

Este es un país en el cual, si te va bien, comenzarás como el décimo de cualquier secuaz, el centésimo de cualquier avispado o alborotador; quizá, como poco más de un milésimo de un gran gestor de esos que deja quiebras e impagos que no pagarán jamás. También es un país en el cual, para viajar, debes prever que a Alitalia no se le meta en la cabeza hacer empresa exigiéndole a sus empleados el cumplimiento del horario porque, entonces, te podrías encontrar cómo todo los vuelos son anulados, pasado tu tiempo a la espera de una información - o una excusa- que no llegará nunca. Por otra parte, además, te encontrarías con el único país en el que una compañía aérea estatal, técnicamente quebrada por no haber sabido actuar en el mercado, ha sido privatizada regalando su monopolio, y obligándola así a llegar a la cumbre de la parálisis de quienes depende, quienes no creen que jamás la compañía volverá a estar en riesgo.

Créeme, si miras a tu alrededor y das una vuelta, no encontrarás más razones para animarte. Te tropezarás con los destinos gloriosos de aquellos que, quizá habiendo hecho una carrera de taxista, se ven premiados -por razones que se pueden intuir- con un consejo de administración, o no sabiendo nada de electricidad, gas o energías varias, llegan a la cima de una multinacional del sector. De nada te valdrá no tener antecedentes penales si no tienes cualidades que actúen en otros terrenos que te empujen y eleven delicadamente, seguramente cualidades críticas para los destinos industriales del país. Este es un país en el que nadie parece destinado a pagar por los errores cometidos; nadie puede imaginarse destituido porque no le corresponde un puesto superior, una vez ocupado por recomendación, cualquier cargo. Podría continuar hasta el infinito, aburriéndote y deprimiéndote.


Por ello, con un corazón que sufre más que nunca, mi consejo es que tú, una vez acabados tus estudios, te marches al extranjero. Elige caminar donde todavía tenga valor la lealtad, el respeto, el reconocimiento del mérito y los resultados. Probablemente no será todo oro. Comprende que, a menudo, te asaltará la nostalgia por tu país y, espero, también de tus "viejos". Y buscarás como realizar aquello para lo que te has preparado durante años.

Préstame atención, esto es un país que no te merece. Hubiéramos querido que hubiese sido distinto pero fallamos. También nosotros. Tú tienes derecho a vivir de manera distinta, sin tener que preguntarte, por ejemplo, si aquello que dijiste o escribiste puede desagradar a alguno de estos mediocres que señalábamos, con el riesgo de quedar puesto en el punto de mira, quizá furtivamente, y quedar marginado sin entender porqué.


Ahora que te he dicho todo lo que, con toda mi fuerza, hubiera querido callarme, sé, preveo, aquello que querrías responderme. Te conozco y también te quiero por ello. Mi dirías que todo es cierto y que las cosas son así aunque te jodan, y que, por eso mismo, no te quieres dar por vencido. Justo así. Y no sé, créeme, si preocuparme más por tu obstinación o alegrarme por haber encontrado la manera de no entristecerme por tu partida.

No obstante, estate preparado para sufrir

Con afecto

Tu padre.

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