La generación de mis padres, esos que hoy pasaron los cincuenta, y que en los sesenta eran jóvenes rebeldes, amaron esta canción que habla de amor y esperanza. Desde la perspectiva de hoy, esa ha sido una gran generación. Un verdadera generación que con su trabajo y una ilusión desmedida consiguieron cambiar un país triste y gris. 
 Hoy, pasados muchos años desde la primera vez que la escuché en algún sitio que no recuerdo, la he vuelto a recordar. Y me ha vuelto a emocionar. La belleza, simplemente, no cambia.
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