La tragedia no cesa, quizá disminuye numéricamente, pero no cesa. Cada año cientos de ciudadanos, familias enteras, hombres y mujeres jóvenes, mueren en la carretera a manos de homicidas cuya arma es un automóvil. Borrachos, drogados, despistados, amantes de la velocidad pero de su propia vida ni de la de los demás. Pocas realidades son tan trágicas y tan aterradoras como los accidentes de tráfico.
El "accidente" de tráfico -en realidad el vil asesinato perpetrado por un conductor borracho- ocurrido en Torremolinos es una de esas historias que estremecen. Ocho heridos y diecinueve heridos, varios de ellos en estado muy grave. La historia no es tan extraña, conductor ebrio que invade la vía y provoca la tragedia. Entre los muertos hay una niña finlandesa de seis años llamada Katja Liikka. Era una niña hermosa y vital con toda la vida por delante. Al ver su foto, publicada junto a su historia en varios periódicos europeos, se me congela el corazón y me hierve la indignación por una muerta tan injusta. Su crimen, visitar a su abuela en la costa del Sol donde la buena señora había decidido residir una vez obtenida la jubilación.
Son en estos momentos donde debe actuar el derecho. Donde los ciudadanos deben sentir que el Estado, con su poder sancionador, los ampara y protege. En la anterior legislatura, y tras la implantación del carné por puntos, se produjo la reforma legal pertinente para que estos homicidas -sin comillas ni matizaciones- pudieran ser condenados a penas privativas de libertad. El teniente fiscal de Málaga, Antonio Morales, ha salido al paso manifestado que pedirá prisión preventiva para el homicida porque "la conducta es muy grave y la respuesta tiene que ser acorde". La cuestión, Señor Fiscal, no es la prisión preventiva -que también- la cuestión principal es si va a tipificar su conducta conforme al Art. 384 del Código Penal. Este precepto, Código Penal en la mano, será el único que de facto permita meter en la cárcel a este tipo de homicidas: Condenas superiores a dos años de cárcel, de lo contrario, si las penas de prisión son inferiores, al carecer de antecedentes penales, no pisarán la cárcel.
De lo contrario, ¿cual es el mensaje? Uno muy sencillo: Matar con un coche es, prácticamente, gratis. Estamos ante una tragedia de una dimensión frente a la que no podemos resignarnos. De ninguna manera. Prevención, educación vial pero, sobre todo, la aplicación férrea de la ley. Si en un caso como éste la fiscalía no actúa con la máxima dureza, nadie lo entenderá. Y luego, seguramente, se extrañarán que el ciudadano medio crea tanto en la justicia como en el ratoncito Pérez.
1 comentario:
Ahora que tengo a Ivet corriendo por casa no he podido dejar de llorar durante un rato pensando cómo deben sentirse los padres de Katja. Antes de tener a Ivet, el sentimiento sólo habría sido de rabia en su máxima expresión, ahora me rompe el corazón pensar cómo debe estar esa familia y tantas otras en casos semejantes. ¿Qué hay que hacer para que paren estos asesinatos absurdos?
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